Motivos para viajar a Innsbruck

Innsbruck

Hay quienes dicen que Innsbruck es una ciudad que apenas valdría la pena si no fuera porque es la puerta principal a las pistas de esquí más importantes del mundo. Pero, como el ejército de viajeros que cada año vienen a Innsbruck es abultado y variopinto, también están los que aseguran que esta ciudad saca a relucir lo mejor de la cultura austriaca.

Quizá la mejor forma de conocer la realidad sea sentándose en la plaza central de esta ciudad para así optar por una u otra opción. Desde allí se puede percibir el ritmo que acostumbra seguir la capital del Tirol, sede de Juegos Olímpicos y parte de la historia austriaca.

Pero antes de hacerlo tal vez sea bueno visitar algunas paradas obligadas que dan personalidad a esta importante ciudad ubicada sobre el río Inn.

Descendiendo por la calle María Teresa hasta Hofgasse uno llega al Tejadillo Dorado, uno de los lugares cumbre de Innsbruck y el capricho del emperador Maximiliano de Habsburgo quien mandó a construir un balcón techado en la antigua residencia real nada menos que recubierto con 2.600 tejas de cobre doradas al fuego con 12 kilos de oro.

Siguiendo con el recorrido histórico, otro punto de interés es la fundición de campanas Grassmayr, que desde 1599 fabrica badajos, para luego visitar el templo de Hofkirche, una iglesia de estilo gótico que también fue levantada por el emperador hacia el año 1550.

Algo más alejado de la ciudad se encuentra el Castillo Ambras o Schloss Ambras, construido por el archiduque Fernando II en 1563 y hoy transformado en museo aunque otra forma de percibir el espíritu de Innsbruck es pasar por el nuevo trampolín de salto olímpico diseñado por la arquitecta iraní Zaha Hadid para luego descansar un momento en el Goldene Adler, un restaurante con cerca de 600 años de vida que, según se dice, era muy visitado por Goethe.

¿Aún te faltan motivos para lanzarte a recorrer Innsbruck?…



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