Zentralfriedhof, el cementerio de Viena

Modestia a un lado, dicen los vieneses que su cementerio central tiene la mitad de la superficie de Zúrich pero es el doble de divertido que la ciudad germanosuiza. Y lo cierto es que más allá de si esta frase suena demasiado arriesgada para un pueblo que tampoco se destaca por la locuacidad lo cierto es que su cementerio puede transformarse de un sitio lúgubre y aburrido en un paseo turístico.

Las razones son varias aunque lo más atractivo del lugar es que allí se encuentran las tumbas de grandes personalidades de la historia y la cultura de Austria cuya popularidad incluso ha trascendido la fronteras nacionales: Ludwig van Beethoven, Johannes Brahms, la familia Strauss y Franz Schubert, Arthur Schnitzler, Arnold Schoenberg, Antonio Salieri, Franz Werfel y Friedrich Torberg son algunos de los nombre célebres y creo que Mozart no ha pasado a integrar la lista sólo porque cuando murió pobre y solitario fue arrojado a una fosa común.

Pero además de ser un lugar donde reposan personas famosas de alguna manera el Zentralfriedhof de Viena es un lugar de igualdad. Porque a pesar de la dura historia del pueblo austríaco en torno a las guerras, este lugar es uno de los cementerios judíos más importantes del mundo y el lugar donde Condes húngaros y judíos de Letonia, músicos moravos y estudiosos alemanes, comerciantes eslovacos, militares austriacos muertos en Kumanovo y socialdemócratas de Centroeuropa, descansan en paz luego de una vida intensa en donde la política ha dejado huella.

Estrechando lazos, hoy el cementerio es el lugar al que acuden los vieneses, jóvenes parejas y estudiantes, turistas y grupos de escolares pasean por sus senderos. De tanto en tanto incluso se celebran conciertos de cuerdas e improvisaciones de jazz y es entonces cuando muchos olvidan el pasado sombrío de este lugar.



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