La Plaza de los Héroes en Viena

Plaza de los Héroes en Viena

En la capital vienesa, siguiendo la histórica línea del Palacio Hofburg se alcanza una de las plazas más famosas de la ciudad, la Heldenplatz o la Plaza de los Héroes.

Se construyó este espacio por orden de Francisco José, quien lo había concebido como parte del llamado Kaiserforums, un proyecto arquitectónico cuya máxima pretensión era unir el Palacio de invierno con los diferentes edificios erigidos para ser sede de las colecciones de los Habsburgo. Aunque este proyecto nunca llegó a verse completado según la idea original, lo cierto es que al menos la Heldenplatz, esa extensión de egregia historia , quedó terminada para su paso a la posteridad.

Es aquí donde la evocación del pasado, de esos días imperiales plenos de riqueza y opulencias, se hace más tenaz que nunca. La exquisita ornamentación de las fachadas, la llamada Puerta de los Héroes al fondo, la amplia extensión de verde césped con el Ayuntamiento al fondo, todo, absolutamente todo lleva a pensar que tras alguno de los arcos o de los rincones surgirá de pronto el pretérito fantasma de algún Habsburgo. Quizás, el de la misma emperatriz Sisí.

Heldenplatz

Sin irnos tan lejos en el tiempo, solamente viajando un poco más de medio siglo, se percibe otro tipo de reminiscencia, el recuerdo del mayor acontecimiento histórico vivido en la Heldenplatz. Sería precisamente aquí, en este mismo recinto, donde, el 15 de Marzo de 1938, Hitler anunciara la anexión de Austria a Alemania. Resulta difícil contemplar ahora los retazos de la memoria, esos retazos en sepia donde se observa la gran multitud que aquel día aclamó al Führer. Duras y extrañas imágenes de algo que nunca debería haber pasado.

La histórica plaza toma su nombre de las estatuas allí instaladas. Se trata en ambos casos de caballeros, que avanzando en su brioso corcel, representan el espíritu de lucha y grandeza del lejano imperio. El monumento más antiguo sería el del Archiduque Carlos de Austria, mientras que el otro se corresponde con el de la estatua del Príncipe de Saboya-Carignan, Eugenio Francisco, uno de los más brillantes generales del ejército austríaco. Estos héroes de armas reposan para la eternidad frente al inmenso saber contenido en el edificio de la Biblioteca Nacional.



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