Anschluss, la anexión a Alemania en 1938

Hitler en Viena

El 12 de marzo de 1938 Austria fue anexionada por Alemania. Fue lo que dio en llamarse para la posteridad el Anschluss, la incorporación austriaca como provincia del III Reich, pasando a llamarse Ostmark. Fue una nexión así, sin más, originada por la presión ejercida durante varios años desde Alemania para que Austria legalizara el partido nazi.

En aquellos años la situación interna de Austria no era nada fácil. Dicha presión había provocado que en 1932 el partido nazi resultara ser el más votado durante las elecciones, pero no por ello obtuvieron la mayoría absoluta. Para conseguirla no vieron otro medio que usar el terrorismo, provocando con ello cientos de muertos. A ello se le añadían las duras represiones policiales que, por ejemplo en Linz, acabaron con la vida de casi dos mil personas en febrero de 1934.

Todo parecía abocado a la guerra civil hasta que el 12 de marzo de 1938 Hitler entraba en Austria. Días antes se había anunciado un referéndum para determinar la independencia o la unificación con Alemania, referéndum al que Hitler se había opuesto enérgicamente. Los nazis austriacos comenzaron una oleada de protestas violentas amparados por su líder alemán, mientras que las tropas germanas se empezaron a agrupar en la frontera con Austria.

El 11 de marzo Hitler enviaba un ultimátum al gobierno austriaco exigiéndole la supresión del referéndum, programado para el día 13. Si todo seguía en pie, ese mismo día entraría con sus tropas en Viena y se anexionaría el país. Fue un día más tarde, el 12, a las 16.00 horas, cuando Hitler cruzaba la frontera y entraba en el país vecino en dirección a Linz. El pueblo lo recibió con vítores, lo que alentó al dictador a seguir hasta Viena.

Allí llegaría el día 15, ofreciendo su histórico discurso desde el balcón del Palacio Imperial de Hofburg, en una abarrotada Heldenplatz con más de 250.000 personas coreando su nombre.

Con esta ocupación alemana se suprimía la I República de Austria. El pueblo austriaco se lo tomó como una medida política inevitable. De todos los males, el menor. La iglesia incluso pidió a sus feligreses no oponerse a la nueva situación para que la gente pudiera vivir en paz. Al menos por un tiempo se acabaron los ataques terroristas por parte de los simpatizantes de los grupos nazis.



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