El atentado contra Sissi, emperatriz de Austria

Sissi 02

Isabel Amalia Eugenia Duquesa en Baviera es un personaje estudiado no sólo en los libros de historia, sino que también ha sido objeto de estudio del trabajo de muchísimos psicólogos; y es que lejos de la imagen risueña y romántica que nos muestran algunas películas basadas en su vida, esta mujer vivió infeliz y desdichada, obsesionada por múltiples problemas derivados, la mayoría, de su obsesión por la belleza.

Todos estos fantasmas que parecían atormentarla durante sus días terminarían el 10 de septiembre de 1898, cuando un anarquista italiano le quitó la vida.

Era prima del conocidísimo Rey Loco de Baviera, una de las pocas personas con las que se entendía, y odiaba todo lo que tenía que ver con la vida palaciega. Vagaba por el mundo melancólica como si la vida le superara constantemente. Su obsesión por el cuerpo no se quedaba en una mera anorexia, pues lo cierto es que lo sometía a una disciplina tan dura que más bien parecía un castigo impuesto por odiarse también a ella misma.

Su tristeza no hizo más que aumentar cuando su único hijo varón se suicidó. A partir de ese momento Sissi deambulaba sin rumbo en la vida, lánguida y sin esperanza en sus ojos.

Por otro lado, Lucheni, el magnicida, era un anarquista italiano que trabajaba como peón en la construcción del edificio de correos de Lusana. Estaba fichado por la policía. No obstante, las autoridades no consideraban que fuera un hombre peligroso. Desgraciadamente se darían cuenta de su error demasiado tarde.

Lucheni no tenía muchos recursos, no estaba organizado, no contaba con un respaldo ni tampoco con un arma digna. Lo único que pudo usar para terminar con la vida de Sissi fue una lezna que afiló él mismo. No obstante, hay que destacar que la emperatriz no era la persona que pensaba encontrar, pues su objetivo era el duque de Orleans durante su visita a Ginebra.

El 10 de septiembre de 1898, Sissi se disponía a tomar el barco de vapor que la conduciría a Territet. Partió sin escolta, como acostumbraba, con la única compañía de una rezagada dama que prefería dejar su espacio a la noble.

Una vez llegaron al embarcadero Sissi se tropezó, aparentemente por accidente, con un hombre. Justo en ese momento, la emperatriz cayó al suelo, pero todo sucedió demasiado rápido y nadie pudo advertir signos de violencia en el encuentro. Sissi se levantó un poco descompuesta pero asegurando que no había sufrido ningún tipo de daño. Así pues, caminó hacia el embarcadero y subió la escalerilla del barco.

Una vez subieron al barco, Sissi se giró a su dama de compañía y le dijo que no se encontraba muy bien. El rostro de la emperatriz había cambiado por completo, estaba más pálida de lo que acostumbraba y su compañera comenzó a preocuparse. Desabrochó el vestido de la emperatriz para que pudiera respirar mejor. Fue justo en ese momento cuando observó una pequeña mancha de sangre en su pecho. Lucheni había conseguido atravesar su corazón con su pequeña arma rudimentaria. Había una mínima pérdida de sangre, suficiente no obstante para causar su muerte.

Lucheni fue detenido inmediatamente. En ningún momento se arrepintió de lo que había hecho. No obstante, pareció flaquear al final de su juicio, cuando tras condenarlo a cadena perpetua el juez le dijo que había asesinado a una mujer que había sido profundamente desgraciada durante toda su vida. Ante estas palabras, el asesino sólo pudo balbucear “Yo creía haber matado a una persona que vivía en una felicidad insolente”.

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